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Los Kurdos y la Autodeterminación de los pueblos
El presidente de la región del Kurdistán Iraquí, Masud Barzani (Cortesía de Reuters)
Redacción: Juan Carlos Albeláez Perdomo
E-mail: jcalbep@gmail.com
El próximo 25 de septiembre los kurdos iraquíes acudirán a las urnas electorales, contra todo obstáculo, para decidir respecto a su independencia de Irak. Pero aunque es únicamente del antiguo predio de Sadam Hussein del que estarían separándose, está escabrosa cuestión kurda, impacta a todo el oriente próximo y más allá, constituye una prueba de fuego a un principio incluido en el Derecho Internacional, como es la Autodeterminación de los Pueblos.
El asunto es que la provincia Kurda de Irak, forma parte de una misma etnia que habita en una gran unidad territorial repartida entre Turquía, Irán, Siria e Irak. En ese territorio hay más de 50 millones de habitantes usando una lengua propia, la Kurda, que nada tiene que ver con el árabe, ni con el turco, ni con el persa.
Como elemento histórico fundamental, los kurdos antes de ser divididos, lucharon al lado de los aliados en contra de las potencias de Europa Central y del Imperio Otomano (con capital en Turquía) y al final de la Primera Guerra Mundial, ganaron el derecho de constituir su nación por medio del Tratado de Sevres, que más tarde Turquía, Irak, Irán y Siria desconocieron, repartiéndose al Kurdistan.
Pero ¿tiene este pueblo olvidado el derecho a existir como nación? En un mundo políticamente más coherente, se esperaría que esto fuera un asunto que se pudiera resolver sólo por la vía de la consulta popular a cada región kurda en los 4 países en los que se reparten su zona geográfica natural. No obstante, parece que la autodeterminación es usada de manera muy conveniente por los gobiernos que curiosamente son los que más hablan en contra de la injerencia externa y de dejar que los pueblos decidan su futuro. Y en cambio, estas naciones con gobiernos autoritarios, son los principales enemigos de esos derechos aceptados y afinados en los siglos de la evolución política y cultural de la humanidad.
El asunto es que la provincia Kurda de Irak, forma parte de una misma etnia que habita en una gran unidad territorial repartida entre Turquía, Irán, Siria e Irak. En ese territorio hay más de 50 millones de habitantes usando una lengua propia, la Kurda, que nada tiene que ver con el árabe, ni con el turco, ni con el persa.
Como elemento histórico fundamental, los kurdos antes de ser divididos, lucharon al lado de los aliados en contra de las potencias de Europa Central y del Imperio Otomano (con capital en Turquía) y al final de la Primera Guerra Mundial, ganaron el derecho de constituir su nación por medio del Tratado de Sevres, que más tarde Turquía, Irak, Irán y Siria desconocieron, repartiéndose al Kurdistan.
Pero ¿tiene este pueblo olvidado el derecho a existir como nación? En un mundo políticamente más coherente, se esperaría que esto fuera un asunto que se pudiera resolver sólo por la vía de la consulta popular a cada región kurda en los 4 países en los que se reparten su zona geográfica natural. No obstante, parece que la autodeterminación es usada de manera muy conveniente por los gobiernos que curiosamente son los que más hablan en contra de la injerencia externa y de dejar que los pueblos decidan su futuro. Y en cambio, estas naciones con gobiernos autoritarios, son los principales enemigos de esos derechos aceptados y afinados en los siglos de la evolución política y cultural de la humanidad.
Ejercito Kurdo Irakí (Cortesía de EFE)
Esperemos la realización del referendo en Irak, en las que ya constitucionalmente desde 2005 son autónomos y hasta cuentan con ejercito propio. De allí que podrían servir de aliento a los kurdos de la Siria de Al Assad, los cuales le arrebataron el control de Al Raqad al Estado Islámico, mostrándoles los dientes al presidente turco Endorgan, quien a su vez amenaza con invadir el norte de Siria para impedir la conformación de un Kurdistan Independiente. Obviamente porque en ese caso, los 25 millones de kurdos- turcos, le arrebatarían nada menos que la cuarta parte del territorio de Turquía. Erdogan no se resigna, a que los kurdos de Irak y de Siria le muestren "el mal ejemplo de la libertad" a sus kurdos turcos. Sería un precio muy alto para un hombre de hierro que aspira a recuperar la antigua Gloria Otomana.
Pero ¿y qué pasó con el Pueblo Kurdo y el derecho a la autodeterminación de los pueblos?